Algunas claves para entender el futuro del libro y la lectura (a partir de una lectura de Carlos Scolari)

En digitalistas me encuentro con este interesante texto de Carlos Scolari acerca de lo que él llama el pasado analógico y, de él, específicamente, se refiere al libro y a la crisis de la lectura.
El post se llama La crisis de la lectura… hacia una educación sin libros?. De él extraigo al menos tres elementos problematizadores de la lectura:

1.- Velocidad, atención y tiempos de lectura

La cita:

Los libros se están convirtiendo en un objeto totalmente extraño para las nuevas generaciones. Y no estamos hablando de cualquier joven: estamos hablando de estudiantes universitarios. El rechazo no está dirigido tanto al libro en sí mismo, sino a la acción de concentrarse durante un período de tiempo en la lectura de un texto. Esos mismos jóvenes pueden pasarse horas chateando, videojugando o viviendo en Second Life, disfrutando o sufriendo experiencias on-line donde los procesos interpretativos y cognitivios funcionan a pleno ritmo, pero de entrar en un mundo virtual hecho de palabras sobre papel, ni hablar.

El comentario:

Resulta novedoso que él se refiera al hecho de que no es el libro en si lo que se rechaza sino “la acción de concentrarse durante un período de tiempo en la lectura de un texto”. Hay un punto que tiene que ver, entonces, con la velocidad en la cual se lee que, a su vez, se relaciona con el flujo de la información al cual nos vemos enfrentados actualmente y que genera una suerte de vértigo gracias al cual el procesamiento debe ser mucho más rápido.

Hay un tema paralelo a este que es el del famoso síndrome de déficit de atención que ha causado la administración inusitada de Ritalin a los niños y adolescentes que no saben quedarse quietos y que supuestamente no saben prestar atención. Lo que dice Scolari en este texto me ratifica lo que viví una vez con una amiga a cuyo hijo habian diagnosticado con este síndrome. Una vez, estando él en nuestra casa, mi esposo y yo lo observamos durante un buen rato sentado frente al televisor jugando, y nos dijimos enseguida que era evidente que SI era capaz de sostener la atención.

Lo repito, no se trata de un problema de formato sino de lecturas: distribuir on-line los mismos contenidos -por ejemplo el libro la “Galaxia Internet” de Manuel Castells en formato PDF- no cambiaría absolutamente nada. Cualquier propuesta de lectura que supere las cuatro (cinco? tres?) páginas es demasiado para la gran mayoría de nuestros jóvenes nativos digitales. El esfuerzo cognitivo que implica “leer un libro” se equipara a escalar el Everest con la Britannica (versión impresa, obvio) en la mochila.

2.- La fotocopiadora, y el futuro de la institución educativa

La cita:

– se incrementa la cultura de la fotocopia o la impresión láser, la “summa xerox” de breves textos extraidos de obras mayores. Este proceso comenzó en los años ’80 con la difusión de las fotocopiadoras en las universidades y estalla en los ’90 con el formato PDF. Se trata de textos efímeros, cuya vida útil acaba cuando el alumno aprueba la asignatura.

– se redefine el rol del profesor, quien ahora -entre muchas otras cosas- se debe encargar de “leer libros” y retraducirlos a sus alumnos de manera oral (a veces acompañado por un Power Point) o extraer las partes fotocopiables. El profesor, en otras palabras, se convierte en un post-productor textual, que en cierta forma continua el trabajo de pre-producción realizado por el autor y el editor.

– se redefine el rol de las editoriales, las cuales deben urgentemente buscar otro “business model” en el campo de libro científico. Ninguna editorial puede sobrevivir vendiendo libros sólo a un puñado de profesores.

El comentario:
Creo que no ameritan mucha discusión estos tres puntos. Quienes somos docentes padecemos el síndrome de la fotocopias de una manera muy directa y es insólito que tengamos que apelar a ellas, incluso para hacer llegar a nuestros alumnos clásicos de la literatura universal. Pero esto toca ya el costado editorial que, de por si, amerita todo un estudio, al igual que el rol que estamos jugando como docentes (y padres, agregaría) al editar contenidos para nuestros alumnos. El punto que no se menciona es el de la flexibilización de los medios de publicación digitales (no estoy pensando aca necesariamente en los e-books, por ejemplo) como los blogs y espacios como slideshare, por ejemplo, que facilitan enormemente la transmisión de estos contenidos. Profesores, editoriales y formatos se transforman en este juego.

3.- Nuevos formatos de publicación, autores insusitados:

La cita:

Por el lado del proceso editorial, alguna salida a esta situación podría venir por la impresión on-demand flexible, como el sistema Lulu, del que ya hablamos en digitalismo ( ver mi post Libros impresos on-demand: tiembla el mercado editorial?): se trataría de libros a medida, recopilaciones específicas y just-in-time para cada cátedra y con tiradas exactas que eliminen los costos de depósito. Una editorial podría tener una base de textos y cada cátedra podría disponer de “su” libro en tiradas pequeñas. Un simple sistema estadístico le permitiría a la editorial saber en tiempo real cuáles son los textos y autores más trabajados en las clases y, en el caso de ediciones tradicionales, apostar por lo seguro.


El comentario:

Esta es una de las partes que más me entusiasma a futuro, pero tambien la que más resistencias genera en las comunidades educativas ya que parece un salto al vacío. En la realidad, ésto es lo que está ocurriendo en muchos lugares y no lo sacamos a la luz: los docentes elaboran sus propias guías y las mandan a fotocopiar, mientras las editoriales ni siquiera se ocupan de los textos universitarios. Al menos nosotros en Venezuela seguimos dependiendo demasiado de contenidos foráneos y de editoriales extranjeras. El mundo editorial es uno de los que más se resiste pero, al igual que lo he dicho para el ámbito de las editoriales, es un proceso ya indetenible y mientras más tiempo terminemos en aceptarlo, más tarde llegaremos a la fiesta.

Ergo, estoy totalmente de acuerdo con la conclusión de Scolari:

Los libros no van a morir, de la misma forma que el cine no mató al teatro ni la televisión al cine… sólo que el teatro y el cine se transformaron para sobrevivir en un nuevo ecosistema mediático. Y para sobrevivir las especies biológicas aprovechan las mejores mutaciones (evolución) y establecen nuevas relaciones con los otros habitantes del ecosistema (coevoluciones).

Aviso

Esta entrada corresponde al archivo histórico de Ciberescrituras (2005-2012).

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2 comentarios

  1. ID: 1492806
    Ja! Esta Boersner y sus polémicos post que nos golpean el cráneo como pedazos de pequeños hielos en noche de luna llena.

    Te digo que tu título sólo me recordó un post donde citaba a Bob Stain hablando precisamente de “El Futuro de los Libros” cuando señaló: Google es la entidad más aterradora del planeta por la sencilla razón que recopila toda la información del mundo.

    No sé, alguién me comentaba que si llegué a conocer el Telégrafo Nacional. ¿Pero existió un telégrafo nacional?

    Gran saludo.

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