Se ha hablado mucho en los últimos tiempos acerca del futuro del libro por la supuesta amenaza de las tecnologías de información sobre su formato tradicional y, por ende, sobre su uso. Como suele suceder, sin embargo, el centro de la polémica se ha ubicado principalmente en los polos de poder cultural más resaltantes: Estados Unidos y Europa. Y lo que se dice es importante, sin lugar a dudas, puesto que es en ellos donde el impacto de las nuevas tecnologías, asi como la reflexión acerca del mundo editorial y educativo tiene una mayor fuerza. En América Latina, sin embargo, además de que parecemos andar a la cola en cuanto al libro se refiere, no existe hasta ahora una discusión sobre este tema, solo iniciativas aisladas, esfuerzos nacionales para fomentar la lectura pero sin una verdadera integración, por ejemplo, con el tema de las políticas educativas o las redes de bibliotecas.
En todo caso no quiero que este sea un comentario quejica y la verdad es que lo he comenzado a escribir luego de leer el artículo de Fredy Ñañez, Otro libro es posible (contra el logocentrismo II), que, por supuesto, me llamó la atención po el título. Ñañez es editor, representante de la editorial alternativa venezolana Nadie nos edita, y durante la Feria del Libro habló del rol de las editoriales alternativas en el rescate de las tradiciones orales, autóctonas, minoritarias:
Desde un principio, las instituciones (escuelas, iglesias, bibliotecas) acataron el mandato colonialista de eliminar la subjetividad originaria y todas las formas de expresión que les fueran legítimas.
Haciendo lo propio con las singularidades criollas, los saberes transmitidos desde lo procedimental y por medio de la palabra colectiva (oralidad) sucumbieron en buena medida ante la persecución sistemática ora de la ortodoxia eclesiástica (monoteísmo judeocristiano), ora del rigor científico (epistemología monocultural) , ora del modelo estético (patrón erupocéntrico). Todas validadas de alguna manera por el culto a lo escrito como sinónimo de lo «civilizado».
Luego, cuando aborda el papel de las pequeñas editoriales independintes o alternativas, añade:
Al editor alternativo le corresponde abrir espacios solidarios con las minorías étnicas, sexuales, lingüísticas y reivindicar no sólo su existencia como pueblos cultos sino su beligerancia política en esta lucha emancipatoria.
A esta alturas ya algunos deben estar asustados y preguntándose por qué cito todo esto. Porque es algo que se está diciendo en mi país y porque es algo que retrata un movimiento editorial distinto que está teniendo lugar en Venezuela. Independientemente de debates políticos y del rol del Estado en el aumento notorio de las ediciones nacionales, me interesan las declaraciones de Ñanez por dos puntos en particular. Hasta lo que he citado acá, por la vuelta de mirada hacia sujetos que hasta los momentos no tenian visibilidad dentro del panorama editorial venezolano, y luego, por el añadido de este editor en cuanto al proceso editorial mismo y una propuesta, si es que es tal, distinta que se acerca un poco a lo que estamos pudiendo vivir en internet.
Dice Ñañez:
La estrategia editorial debe amplificar sus ambiciones de clase y devenir en herramienta multiétnica. Para esto es necesario abolir la división editor-libro-lector y plantearse una nueva ética y una nueva técnica que nos permita hacer obras en correspondencia con la diversidad que somos.
No hablo de imposibles: Basta con entender que el libro necesario, al igual que el socialismo del siglo XXI, no se puede hacer ya «para la gente» si no «con la gente».
Menudo reto el que plantea. El tema de la diversidad y del rescate de la pluralidad y de la oralidad está presente en las discusiones sobre el libro en América Latina. Estuvo presente, incluso en el foro sobre los mapas editoriales en América Latina que se dió en el marco del Congreso de Literatura en Buenos Aires (que finalmente no fue un foro sino una exposición); asi que no es un tema nuevo. Lo que si me parece más interesante es la frase final de que el libro (obviemos lo de necesario, porque esa es otra discusión larga y penosa) no se hace “para la gente” sino “con la gente”. Ahora bien ¿qué quiere decir hacer libros con la gente? ¿Dar voz, presencia, a quien no la ha tenido hasta los momentos? ¿Cómo se hace?
Vaya que es un tema polémico, pero me permite vislumbrar una línea de reflexión. Se trata acá, de una discusión sobre el logocentrismo, al menos así lo plantea Ñañez; ojalá pudiera ampliarse incorporando voces múltiples del mundo cultural local e internacional. Pero lo dudo, lamentablemente. Las que escucho e intuyo, parten del negar al otro. Ojalá pudiéramos, al menos, escuchar y profundizar desde lo constructivo. El tema lo merece.
La imagen la tomé de Sepiensa.org
6 comentarios
ID: 1371001
En la lucha por la supervivencia ( en éste caso la editorial ) no alcanzamos a pensar que la diversidad más que perjudicarnos podría darnos la mano para crecer.
ID: 1371242
Cierto, Noemi. Y una de las claves es comprender que con Internet ya la manera de crear, de escribir, de pensar, es distinta. Hacer pasar ese proceso tambien al mundo de lo real, de los átomos.
ID: 1385060
Esta es una cuestión difícil de abordar sin herir susceptibilidades, que pueden ser interpretadas como no constructivas o como negaciones del otro. No es esta mi intención si reconozco que no entiendo nada de lo que dice el Sr. Nuñez y si por casualidad entiendo algo, no me gusta. Me suena a rancio, ha ya sabido y dicho mil veces y mil veces fracasado. La defensa de la justicia y de la democracia se merecen algo mejor que ese izquierdismo folclórico.
La diversidad es por supuesto una oportunidad, una necesidad y todo un reto.
Saludos a todos.
ID: 1388546
Justamente por eso lo digo y, es más, a medida que han avanzado los días y que he podido conversar con algunos amigos sobre el tema, me doy más cuenta de lo complicado que es el asunto. En parte porque no se trata de que las editoriales sean o no alternativas, sino de que tengan una política editorial alternativa, que es distinto.
Lo ya dicho, rescato de las palabras de Ñañez, a pesar de lo ya manido de algunos de los puntos que menciona, la idea de que la construcción del libro puede tambien ser un proceso colaborativo. Pero hay más, mucho más.
ID: 1434025
Hola Juliana.
La verdad es que este tema no es sólo interesante sino controvertido. Nunca las palabras y sus significados cobran tanto sentido como ahora, un espacio donde nos toca presenciar(o actuar) en productos editoriales que resultan de procesos que quizás veremos en amplitud dentro de un tiempito.
Por ahora, felicitaciones por tu blog y espero que antes de que termine el año nos tomemos el cafecito prometido.
Besos
Dakmar Hernández
ID: 1434264
Hola, Dakmar!
Qué alegría ver que ahora tambien te animas a tener tu blog.
Tienes razín, y lo conversaba con Freddy, este es un tema acerca del cual tenemos que dialogar, discutir, analizar. Sabemos, tú y´yo, cuan complejo es el proceso editorial y lo interesante de todas las apuestas que se están iniciando, pero todas ellas se quedan en la nada si no acceden a los lectores. Si no se da ese encuentro entre el texto y el lector, habremos fallado.
Lo del café va, cuando tú digas.
Un abrazo
Juliana