Amelia se ha molestado. Es más, se ha indignado, comparte las razones de su indignación y pide respeto. Y lo hace por algo que a todos probablemente nos ha pasado en este mundo a veces salvaje, de la blogosfera: los comentarios obscenos e insultantes. Elegante como es ella, no nos muestras el objeto textual que motiva su estupor, pero es que ni siquiera hace falta, ¿verdad?
El primer párrafo de su post Una gran desilusión, es contundente:
Hoy he llevado una gran desilusión, mis queridos blogueros. Yo soy una anciana con otras costumbres muy distintas a esos personajes que están escribiendo en mi blog. Si ellos quieren hablar de esas groserías y esas cosas que yo no estoy acostumbrada a ellas, que escriban un blog, pero no en el mío. ¿Por qué ellos se van a apoderar de mi blog?. Pues yo no quiero, no quiero a ninguno de eses que tienen esas discusiones tan feas, y esas discusiones tan desagradables.
Releo sus palabras y es que me encanta la manera en la que se recoge allí su manera de expresarse, de hablar, de hecho es como si la estuviéramos escuchando y es maravilloso (vaya con esto mi felicitación al nieto que tanto la ayuda).
Siguiendo con el análisis de lo que dice, nos recuerda algunas de las cosas importantes a la hora de tener un blog y, sobre todo, de escribir o comentar en él.
Si vosotros queréis esas groserías y vosotras sois groseras, pues hacer un blog estilo vuestro. Y ya os llamaran si interesa. Pero no vengas a mi blog a hablar disparates, y de cosas que yo no las comulgo. ¿Eh?.
Yo no me meto con nadie, yo nada más que quiero mi blog para que me hagan compañía y que me escriban cosas amables como estoy recibiendo de todo el mundo. Pero ese…yo no sé como se llaman ya, porque tienen unos nombres raros. (…) Prefiero los versos de Quenxe y no las groserías tan gordas que estais diciendo, que yo hasta no entiendo. Porque nunca viví en esa vida vuestra.
El blog es nuestra identidad, es la muestra pública de lo que somos, es nuestro espejo muchas veces. Por supuesto, hablo de los blogs como los de Amelia en los que ella habla de si misma. Y lo que pide, ni más ni menos, es que eso se respete. Por supuesto, inmediatamente eso entra en contradicción con la base de libertad que siempre proclamamos para la blogosfera. En principio, cualquier persona puede entrar en mi blog y dejar sus comentarios, ya quedará de parte de mi como autora, editora del blog, aceptar o no lo que me escriban. Le hablamos a todo el mundo, a cualquiera, literalmente. En ese sentido, cualquier persona que pase y se sienta tocada por lo que escribimos es libre de decir lo que quiera y no es la primera vez que sabemos de insultos y maltratos verbales y la verdad es que lamento que justo a Maria Amelia haya pasado por eso.
Escribir en blog amerita curtir un poco la piel que recubre nuestra hipersensibilidad, aceptando que el otro no siempre va a recibir nuestras palabras exactamente en el sentido en el que las hilamos, que no va a estar en capacidad de aceptarnos. Quisiéramos que todos nos quisieran y alabaran pero no es posible, es parte de las reglas del juego pero creo que Maria Amalia es alguien que merecería el más alto de los respetos por parte de quienes la leen y seguramente quienes fueron groseros, no son capaces de entenderla. Ellos se lo pierden y qué bueno que ella misma, rescatando el valor de la sencillez, nos da una nueva lección:
Que abuelita… que abuelita… la abuelita no quiere saber de maldad ni de lujuria. Fui todo una señora y lo seré, nunca leí una cosa desagradable. Es mi manera de ser, me educaron así. Me gusta lo moderno, me gusta el Internet, y me gusta todo, pero esto…. no eh, si queréis esas conversaciones tan soeces poneros de acuerdo todos vosotros y discutir y cojéis un blog a ver si tenéis éxito.
Tú ya ves, el éxito que tuve yo diciendo cosas sanas, dulces y agradables. Y no profundidades, nooo, cosas sencillas. Por eso yo tuve ese éxito.
3 comentarios
Leí tempranito lo de Amelia y me achicó el corazoncito, ella es tan linda, tan frágil y tan transparente!!
No estoy segura de haber dado con el motivo de sus disgustos, y creo que eso es menor en esta historia en la que ella grita a los cuatro vientos su indisposición hacia lo vulgar.
Pero sí me vino a la cabeza que en este mundo del blog, la gente, como en la vida, busca fama a costa de personajes tan exitosos y carismáticos como Amelia. Me sentí tentada a dejarle mi mensaje de solidaridad, pero me vi en ese espejo y no, no usaré a Amelia…
Es que en esta blogosfera, verás cosas Sancho!
¡Así es, Holanda! Y ese punto, justo, se me pasó ponerlo en el paquete (porque ya me parecía demasiado).
Me sorprende y admiro la lucidez de Amelia y la manera en la que pone al descubierto los juegos del poder que subtienden a a blogosfera. Usamos y nos dejamos usar pero siempre tenemos que recordar que hay unas reglas éticas que todos seguimos más o menos (o esperamos que todos sigan).
La blogosfera da para mucho y yo sigo lamentando que le haya sucedido a Amelia, una maestra en estas lides.
Para muestra, un botón. Debemos seguir su ejemplo.