De las cosas que en un libro de papel estarían resaltadas:
1) De un artículo muy interesante de Marta Peiraro (La Petite Claudine) titulado El derecho a pensar.
Las leyes de Copyright y de Propiedad Intelectual, al igual que los colegios, las bibliotecas y las universidades, no se crearon para que existiera una industria que se lucre de nuestras necesidades ni para devolver el privilegio de pensar a unos pocos en detrimento de todos los demás, sino para que existiera un desarrollo cultural que nos beneficie a todos de todas las maneras posibles. En una sociedad sana, los intereses de la industria sólo son relevantes para la legislación en cuanto redundan en beneficio de todos y nunca, en ningún caso, se superponen al derecho de los ciudadanos a pensar, a crear y, en definitiva, a ser. Y ser no es poder elegir y consumir sino poder crear nuestras propias elecciones y ser libres. Cualquier ley que contamine esa libertad es una ley enferma que necesita desaparecer.
2) De La Web como memoria organizada. El hipocampo colectivo de la Red de Javier Candeira
Si el mundo está, como vislumbraba Teilhard de Chardin, recubierto de una noosfera, una capa de materia pensante con una conciencia propia, la Internet es el sistema nervioso artificial que nos permite pensar como una comunidad, con facultades que superan a la de cada una de sus partes, sea cualitativa o cuantitativamente. Esas partes que integran la noosfera somos nosotros, y la Web es nuestro hipocampo colectivo, la sede de nuestra común memoria y capacidad de asociación, navegación y filtrado. Teilhard de Chardin habría dicho que la evolución humana culmina en una evolución cultural y tecnológica, que se encarna en un órgano cerebral externo.
2) Roger Chartier en Muerte o transfiguración del lector, sobre la coexistencia del libro en papel, el libro electrónico y una nueva mutación epistemológica
Cette probable coexistence nous invite à réfléchir sur la forme nouvelle de construction des discours de savoir et les modalités spécifiques de leur lecture que permet le livre électronique. Celui-ci ne peut pas être la simple substitution d’un support à un autre pour des oeuvres qui resteraient conçues et écrites dans la logique ancienne du codex. Si les «formes ont un effet sur le sens», comme l’écrivait D.F. McKenzie,[5] les livres électroniques organisent de manière nouvelle la relation entre la démonstration et les sources, l’organisation de l’argumentation et les critères de la preuve. Écrire ou lire cette nouvelle espèce de livre suppose de se déprendre des habitudes acquises et de transformer les techniques d’accréditation du discours savant dont les historiens ont récemment entrepris de faire l’histoire et d’évaluer les effets: ainsi, la citation, la note en bas de page[6] ou ce que Michel de Certeau appelait, après Condillac, la «langue des calculs».[7] Chacune de ces manières de prouver la validité d’une analyse se trouve profondément modifiée dès lors que l’auteur peut développer son argumentation selon une logique qui n’est plus nécessairement linéaire et déductive mais ouverte, éclatée et relationnelle et que lecteur peut consulter lui-même les documents (archives, images, paroles, musique) qui sont les objets ou les instruments de la recherche.[8] En ce sens, la révolution des modalités de production et de transmission des textes est aussi une mutation épistémologique fondamentale
1 comentario
ID: 1130171
Un saludo desde Barcelona. Aunque verás que hoy por hoy mi blog es más político-social ando muy interesada en temas de cultura libre, ciberescritura, ciberedición etc… y tu blog me pareció magnífico por lo que te “atrapé” en mi coctelera de amigos. Ahora no tengo mucho tiempo para postearte pero espero poder hacerlo en breve.
Bambú