Redes sociales, privacidad y relaciones parentales

Fernando y yo

Momento 1.- Esta madrugada mientras escuchaba música, navegaba y corregía algunos textos, me dio por revisar mi Facebook y tenía dos invitaciones de contactos. Al principio no sabia de quiénes se trataba pero en la invitación decía que teníamos 1 amigo en común. Con una sonrisa descubrí que ese amigo en común es mi hijo menor, Fernando, a quienes algunos de ustedes probablemente ya han oído mencionar y a quien pueden ver conmigo enla foto que ilustra el post. Después de pensarlo decidí aceptar las invitaciones y ellas enseguida comenzaron a mandarme mensajes y se preguntaban que quién era yo! Solté una carcajada pero muy pronto descubrieron mi identidad (siendo que ellas me habían agregado a mi). Intercambiamos algunos Wall messages y nos despedimos pero ahora sus mensajes aparecen en mi portada cuando abro facebook.

Momento 2.- Esta mañana, leyendo mis rss me topo con un artículo titulado When Mom or Dad Asks To Be a Facebook ‘Friend’ donde hablan de las reacciones de muchos adolescentes cuando ven “invadidos” sus espacios con la solicitud de amistad por parte de sus padres. Ello ha llevado incluso a crear grupos dentro de Facebook que se manifiestan en contra de la presencia de los padres, como si ellos (nosotros) no tuvieran (no tuviéramos) el derecho de también estar allí. Lo interesante del asunto tiene que ver con el tea de la construcción del yo y la privacidad en las redes sociales y descubro con sorpresa que en el artículo del Washington post se centra en recoger las opiniones de los estudiantes pero sin tomar muy encuenta la perspectiva de los padres. Los jóvenes sienten que la solicitud de amistad de sus padres en una intromisión en su privacidad y alguno de ellos incluso dice que es la misma sensación de cuando entraban a su cuarto sin pedirles permiso y que hay aspectos de su perfil que preferirían mantener aparte de su conocimiento, peor lo mismo puede ocurrir a los padres (aunque suene más raro).

Yo no me puedo llamar una fanática de Facebook, pero debo confesar que a medida que pasa el tiempo le empiezo a tomar el pulso aunque no tengo tiempo para responder a todos los mensajes, por ejemplo, retornar los regalos que me dan, los buenos deseos o para aceptar retos en torno a cuando actores hombre conozco o cuantas películas de Disney soy capaz de reconocer (aunque me divierta hacerlo). Fernando y yo nos hicimos amigos en facebook de una manera muy natural, sin “rollos” pero si imagino su sensación cuando sepa que hablo con sus amigas, pues no sé cómo reaccionará. Si me dijera “porfa, sácalas de tu lista”, lo haría con respeto.

Por otro lado, está ver el asunto de la privacidad desde ambos lados y es que a mi me queda la pregunta en torno a si yo quiero que mis hijos o mi esposo sepan todo lo que ocurre en mi vida virtual. Todos queremos privacidad, así tengamos mucha confianza con las personas más cercanas, pero si avanzamos un poco más en este análisis la pregunta obligada es si esa privacidad es realmente posible de lograr en nuestros tiempos. Un padre o madre que quiere saber acerca de su hijo puede hacerlo sin necesidad de ser su amigo en Facebook o Hi5 (por cierto, me suscribí a Hi5 por invitación de mi hijo), pero al mismo tiempo, por las virtudes que ya sabemos tiene la comunicación mediada por la tecnología, no puedo dejar de pensar que sería una herramienta a tomar en cuenta para trabajar problemas de incomunicación entre padres e hijos.

El tema es fascinante.

Aviso

Esta entrada corresponde al archivo histórico de Ciberescrituras (2005-2012).

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4 comentarios

  1. Ah, no. Yo resuelvo “el problema” haciendo que mi padre salta la brecha pero con sus amigos, y que entre ellos vean qué hacen.
    Espero que de aquí a dos meses, cuando ya hayan afinado bien cómo usar el e-mail, las propiedades del botón derecho del mouse y el trabajo con ventanas… puedan tener su comunidad de blogs y su feevy común.
    Por ahora están en sus pininos. Y asunto resuelto.

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