Ya lo dije en los anteriores post: la sincronía en la web se da de diferentes maneras, bien sea porque coincides en pensamientos, lecturas o refrentes con otras personas, más o menos al mismo tiempo, o porque aparentemente al azar hay noticias, artículos u opiniones que se interconectan (en tu mente).
Cuando escribí sobre Marcel Duchamp, se me ocurrió ilustrar el post con su obra La fuente, repetida en fotos hasta la saciedad y que hace poco tiempo fue motivo de un ataque con martillo. Ayer nuevamente me encontré la reproducción de la obra pero referida a la edición de un libro titulado The Poop Culture (La cultura del Pupú o La Cultura de la mierda, como prefieran). Lo vi referido en Boing Boing y la verdad es que resulta divertido por un lado, pero tambien reflexivo por el otro.
Ya Freud había sentado las bases de la cultura humana sobre la oposición y coexistencia de dos impulsos: eros y tánatos. El impulso de vida y el impulso de muerte (para simplificar); y uno es tan importante como el otro pero la cultura (superego) tiende a reprimir uno para valorar el otro, que, sin embargo, pervive y fastidia algo más que la paciencia.
Leyendo parte del contenido del libro escrito por Dave Praeger ya puede uno darse una idea de por dónde van las reflexiones:
- La historia de la toilet como herramienta propagandística y aparato de opresión
- Por qué tantas personas piensan que defecar es un acto vergonzoso.
- Los costos económico y ambientales de cada tirada de la cadena.
- Las manifestaciones y significados de la mierda en el arte moderno (Duchamp, Manzoni, Delvoye, y otros)
- Cómo reaccionan los medios y los negocios ante la mierda (o, por qué el papel toilet está marcado con ositos de peluche).
- La mierda como redención: Bajtin, Rabelais, y la mierda como salvación de la raza humana.
- Y mucho más.
El tema del arte ha estado rondando mis lecturas y comentarios desde hace unos tiempos, es por eso que me detengo en este tema que quizás puede sorprender a algunos. Y de aquí paso a citar a Zizek, el filósofo, quien en una conferencia se concentró en la relación cultural con la mierda y la ideología. Segun el relato que hace, la cultura francesa, la alemana y la norteamericana tienen un manejo diferencial de la relación con el defecar y ello tiene, para él consecuencias ideológicas importantes. Las pocetas, de hecho, están construidas de tal manera que el comportamiento del excremento sea diferente: en un caso permanece en el fondo del retrete, a la vista, en el otro desaparece y en el tercero flota. Acá el video (con texto en inglés):
http://www.youtube.com/v/AwTJXHNP0bg
Ya cerrando el post recuerdo una anécdota de esta semana en la librería: como es época de vacaciones, los hijos de las dependientas de las tiendas alrededor traen a sus hijos al Centro Comercial y en pequeños grupos sueles entrar a la librería a leer libros un rato. El lunes pasado ví que entró un grupo de cuatro (alrededor de 8 o 9 años) y se iba a la esquina de la sección de libros infantiles, cada uno tomaba un libro y se sentaban en el sofá. 3 de los 4 tenía en su poder un libro titulado: El libro de la caca y lo leían en voz alta de manera alternativa: una página uno, una página otro hasta terminarlo entre risas y salir corriendo. Cualquiera de sus padres probablemente se lo hubiera prohibido, a mi me dió una profunda ternura.
1 comentario
ID: 2340678
Has transitado tantos temas en un post y a su vez tan conectados sobre todo con el par útil-desecho, producciones valoradas y restos.
Un aporte al uso del termino inolvidable es sin dudas el final de “El Coronel no tienen quien le escriba”, esas cinco letras finales con que Márquez remata la vida de desecho. Nunca mejor dicho “mierda” y la potencia artística que alcanza el termino en ese lugar.
En lo más coloquial y en sintonía con el tema de los niños y la lectura, mi hija espero pacientemente los 6 años para poder tirarse de un tobogán con forma de inodoro gigante y recorrer sus cañerías en el Museo de lo niños. Solo en relación a eros y tanatos como inicias el post puede pensarse en un niño tanta paciencia ante el cartel prohibido para menores de 6 años.
Un beso