Llevo un rato la mar de entretenida (no lo puedo evitar, se me “pegan” los localismos españoles aún estando en Venezuela -conste que no me he movido de aquí) leyendo acerca de la polémica que ha desatado la cercana implementación de la materia Educación para la ciudadanía en las escuelas españolas.
Estuve muy tentada a extraer al azar uno que otro fragmento y dejarlos que adivinaran de dónde eran tomados, pero no, prefiero decir desde el principio de dónde proviene tales reacciones que tienen enfrentados al Presidente Rodríguez Zapatero y a la oposición política en la persona de Rajoy quien acusa al gobierno de querer adoctrinar a los niños ideológicamente. Allí comenzó mi desconcierto. ¿Qué podía estar pasando para que esos fueran los términos usados por tan respetables señores se ocuparan de una materia de escuela y uno la defendiera tan fervientemente y el otro la atacara de igual manera?
Para ponerlos en contexto, comencé por leer la siguiente noticia cuyo texto introductorio dice los siguiente:
LD (Víctor Gago) El pasado 3 de julio, desde la Tribuna del Congreso, el presidente enarboló un ejemplar del libro de texto de Educación para la Ciudadanía (EpC) de SM, escrito por José Antonio Marina. La asignatura empezará a impartirse en septiembre en segundo o tercero de la ESO –según comunidades autónomas–, y desde ahí, se extenderá a Primaria y a Bachillerato, impregnando ocho años de la formación de niños y adolescentes, entre los 10 y los 18. José Luis Rodríguez Zapatero prometió entregar su exclusivo ejemplar del libro de Marina –aún no está a la venta, según ha podido comprobar LIBERTAD DIGITAL, consultando en tres establecimientos especializados de Madrid– al final del Debate sobre el estado de la Nación a Mariano Rajoy, al que retó a leerlo e indicar en qué adoctrina o recorta la libertad de las familias.
Pues los de LD si se entretuvieron en leerlo e identificaron al menos 10 puntos que si demuestran que se busca adoctrinar a los niños y jóvenes. Sigue el texto:
Los excesos de la obra de Marina pueden servir de referencia a las familias del contenido y el enfoque ideológico concreto de la nueva materia, ya que se trata –según la promoción que del libro hacen SM, su autor y hasta el Ministerio de Educación–, de la versión más moderada de los manuales que se aplicarán en las aulas, frente a las aproximaciones más doctrinarias de editores como Octaedro, Akal, Laberinto o Santillana.
La mención del nombre de José Antonio Marina es para mi sinónimo de seriedad, y supongo que se las está jugando en esto de redactar un libro de texto para estudiantes, es por ello que se me ocurrió buscar un poco más qué es lo que hay detrás de la concepción de este nuevo proyecto que cuenta además con una página web (con blog del autor) en la que se han ido registrando los distintos momentos de la elaboración del libro (del cual resulta incluso un manual de cómo hacerlo).
En un artículo que escribe en la página de SM que es la editorial detrás de todo esto, Marina afirma cosas como las siguientes para justificar la asignatura:
El tema es muy importante, las posturas enfrentadas, y echo en falta un debate riguroso e imparcial sobre este asunto. ¿Quién tiene razón? Comenzaré analizando lo que dicen los críticos. En efecto, la asignatura puede utilizarse como medio de adoctrinamiento, pero también puede hacerse esto con la historia -de hecho se está haciendo- y a nadie se le ocurre por ello quitar la asignatura. Se tratará de impartirla de una manera objetiva y no sectaria. Lo importante es partir de las necesidades educativas.¿Necesitan nuestros jóvenes tener conocimientos claros sobre valores éticos, sobre el contenido de los derechos y deberes, sobre la estructura política, jurídica y social en que van a vivir, sobre los problemas fundamentales de nuestro mundo? ¿Debemos fomentar actitudes participativas, democráticas, solidarias, activas? ¿Conviene que comprendan la necesidad de establecer normas justas y acatarlas, el tupido juego de reciprocidades, los sentimientos apropiados, el respeto necesario para la convivencia?
(…)
¿Tienen razón los padres que reclaman su derecho a
educar moralmente a sus hijos? Sin duda. Y si todos lo hicieran con una maravillosa eficacia, la escuela podría dedicarse a otra cosa. No es así, por desgracia, y el sistema educativo tiene que completar carencias sociales de enorme magnitud. Pero ni siquiera esa dedicación educativa de las familias resolvería el problema. Cada familia educará de acuerdo con su moral (católica, musulmana, atea, comunista, liberal, confuciana, anarquista, o la que sea), que se puede enfrentar a otra moral. Por esta razón necesitamos una educación en valores comunes, transculturales, universales, más allá de la moral y de las religiones, que es lo que llamamos “ética”.
(…)
Tal como la concibo -y lo que digo me parece acorde con el borrador de contenidos mínimos dado por el Ministerio- la EpC es un curso de Ética básica, que se prolonga por un lado hacia la educación afectiva, y por otro hacia el conocimiento del mundo jurídico, económico y político y la participación ciudadana. Y me parece imprescindible tratar estos asuntos en nuestros centros educativos.
(…)
No se trata de aprender filosofía, sino de pensar bien. No se trata de aprender gramática, sino de comunicarse. Resulta especialmente chocante que muchos de los que piensan que la ética no puede enseñarse como una asignatura opinen que la religión si puede enseñarse así.
Cita larga, muy larga, y aún hay más en las palabras de Marina, pero todo ellos está siendo atacado por varias personas, comenzando por una estudiante a quien el filosofo califica de incapaz jurídicamente para objetar. Candente la discusión, pero vamos a ver algunas de las cosas que le critican, al menos los de Libertad Digital. No me voy a detener en todos los puntos para no hacerlo demasiado largo
1) Sobre el concepto de identidad:
No hay nada nuevo en esta visión, que ya fue formulada por Marx en el núcleo de su programa político colectivista: “A cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad”.
2) Sobre “El Gran proyecto” del Estado:
¿El aborto? ¿La eutanasia? ¿El diálogo con terroristas? ¿La poligamia? ¿La familia abierta? ¿La libertad de consumir? ¿La propiedad privada? Todo encaja, o no, en el “Gran Proyecto” según lo que dictamine el Estado en cada momento.
El “Gran Proyecto” determina las necesidades del individuo y éste se pone al servicio del “Gran Proyecto”, que no es otro que lo que indica el Estado.
3) Sobre el consumo responsable, que es una de las cosas que Marina afirma quisieran conseguir:
Este simple enunciado contiene todo un programa ideológico. En primer lugar, ¿quién dice cuándo un consumidor compra por necesidad y cuándo lo hace por “vicio” –siguiendo la lógica de esta pedagogía, en la que todo lo que no sea necesidad en las decisiones de la gente es una desviación inmoral–? Por otra parte, ¿quién decide lo que cada persona necesita y aquello de lo que puede prescindir?
4) Sobre los efectos perversos de la globalización:
Al hablar de la Globalización, por ejemplo, el manual de Marina –como el resto de libros de texto: se trata de un enfoque claramente prescrito en el decreto de contenidos mínimos aprobado por el Ministerio– hace suyo el consenso progresista sobre la injusta distribución de la riqueza causada por la globalización, en contra de todas las evidencias que indican su impacto en una significativa reducción de la pobreza.
Cuado llegué a ese punto fue que comencé a sonreir y me provocaba seleccionar los párrafos acompañándolos por la frase “Y no se trata de Chávez”, porque eran palabras que perfectamente podían haber salido de la boca de cualquier persona de la oposición acá en Venezuela.
De lo que no hay duda es de que España, como todos los países del mundo atraviezan en estos momentos una coyuntura especialmente delicada y discusiones como ésta, que provienen de la puesta de manifiesto de las contradicciones de nuestro mundo, buscan redefinir un camino. Que aparezca en la palestra el tema de la ética no es extraño, no en balde autores tan leidos como el propio Marina y Savater han rescatado este tema en los últimos años, con mucho éxito editorial, por cierto.
¿Desde cuando se pelean la ética y la educación? Han ido siempre de la mano, de hecho siempre ha sido una de las razones de ataque de algunos de los movimiento educativos a contracorriente (Summerhill a la cabeza) que plantean la necesidad de que los niños se crien en libertad sin limitantes de naturaleza ética. Pero, al final siempre emergen los valores.
No podemos evadirnos de ellos. pero probablemente ya estemos entrando en una discusión que podría llevarnos por páginas y páginas, cuando lo que pretendía este post es mostrar lo que ocurre en España a raíz de la introducción de una nueva materia y cómo esto lo que hace es oponer acerrimamente, y desenmascarar, dos posturas tradicionalmente opuestas entre dos concepciones del mundo, la sociedad y la política: el liberalismo individualista y una concepción un poco más social y crítica.
Enfín, que en todos lados se cuecen habas.
Para leer sobre el tema:
Entrevista a José Antonio Marina (tiene sus años pero me gusta que en ella participa Cristobal Cobo y que trata justamente sobre el tema de la ética).
2 comentarios
ID: 2229326
Educación para la Ciudadanía toda la información en http://es.groups.yahoo.com/group/paideia_cadiz/
ID: 2229803
Estimada Juliana: ya en los estadis comienzan los abucheos a la conducta
de Hugo, si la historia es tan clara y elocuente, sòlo dos paìses siguen
siendo marxistas Corea del Norte y Cuba, ambos al borde de la hambruna
aùn asì, pretende IMPONER el dogma, es incorregible !, un abrazo, atte.-