Shakespeare y los extremos de la inaccesibilidad de un libro.

Interesante como la coincidencia de dos eventos me puede ayudar a ejemplificar la “coexistencia pacífica” de dos formas de publicación: la tradicional y la digital.
Ayer fue subastada y vendida en un evento de Sotheby´s, y por más de cuatro millones de euros, una edición de el Primer Folio de las obras de Shakespeare, considerado el libro más importante de la literatura inglesa ya que contiene las principales obras del autor y fue publicado 8 años después de su muerte en 1623. Hoy en día sólo existen 250 ejemplares de este libro pero su importancia radica en que, gracias a él, han pervivido muchas de las obras que, de otra manera, probablemente se hubieran perdido.

El libro contiene 36 obras de Shakespeare, la mitad de las cuales nunca fueron impresas anteriormente y que podrían haberse perdido para siempre si no se hubieran recogido en este volumen. Entre esos trabajos hay obras tan conocidas como Macbeth, Noche de Reyes, La fierecilla domada y Como gustéis. Conserva su encuadernación original de cuero de mediados del siglo XVII y contiene numerosas anotaciones.

El ejemplar, uno de los mejor conservados que existe y lo adquirió un marchante de Londres,

quien se ha adjudicado la obra por 4.060.644 euros, que al parecer fue vendida originalmente por tan sólo 20 chelines.

Por otro lado, una de las principales noticias hace un mes era acerca de la existencia de un espacio exclusivo para Shakespeare y sus obras en google. Está, por supuesto, en Google Book Search. Al entrar allí tenemos a nuestra disposición toda la obra del escritor inglés y numerosos links a videos, imágenes, etc. Es decir, a toda la plataforma de contenidos que ha venido desarrollando google.
Entrar a cualquiera de las ediciones que están allí es una delicia, ver las ilustraciones, leer los textos con la tipografía antígua, por ejemplo, es una experiencia estéticamente resaltante que, sin embargo, oh, frustración, queda truncada ante la imposibilidad de tocar el lomo, abrir el libro, sentir la textura de la páginas… En eso no hay ninguna duda, nada sustituirá el tener los libros entre las manos, sin embargo, lo que quisiera resaltar en esta nota, justo por eso, es la inaccesibilidad de ambas formas de edición. El libro digital nunca podremos accederlo, tenerlo, vivirlo, de una manera completa, pero tampoco el incunable volumen subastado. Para tocarlo tendríamos que cubrir nuestra manos con guantes de tela, con lo cual la piel de nuestros dedos no sentirá, tampoco la textura del papel aunque si, la sensación de pasar las hojas. Pero olvídense de meterlo en el maletín, sacarlo en el metro, eventualmente subrayarlo (perdón a aquellos para quienes eso es un pecado) o escribir en sus bordes. Mucho menos pasar las hojas para detrás y para adelante. Para eso, tenemos una amplia gama de posibilidades en el mercado, incluyendo las ediciones piratas.

Aviso

Esta entrada corresponde al archivo histórico de Ciberescrituras (2005-2012).

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3 comentarios

  1. ID: 633999
    Me parece más interesante poder ver o tener los escritos de puño y letra del apreciado escritor.
    El mercader de Venecia, es una de sus grandes obras, pienso yo. 🙂
    Saludos

  2. ID: 634024
    Pues, si, Antonio, por supuesto que nada tendrá parangón con eso… pero todo tiene sus bemoles.
    Por cierto, si no has visto la versión fílmica de “El mercader de venecia” con Al Pacino… te la recomiendo, vale la pena, como tambien, En busca de Enrique VIII.

    Saludos,

  3. ID: 638205
    De alguna forma las dos tecnologías se acercan también en nuestras manos. Hace unos años yo transportaba libros y artículos para leer en el autobús, el tren, etc. Hasta hace un par de meses la lectura se volvió digital, gracias al milagro portátil. Pero mi fiel proveedora de información ha decidido no viajar más, así que la semana pasada re-experimenté la sensación del papel en mis manos. Es, tal como Juli lo describe en este y otros posts, diferente. Ambos tienen sus ventajas, y para mí el papel se siente más saludable. Pero creo que todo es acostumbrarse. Quizás la nueva generación lo encuentre de lo más normal, eso de leer digital. Lo que sí extraño es el aroma de los libros, especialmente en las bibliotecas, a dónde voy casi exclusivamente a por dvds… Quizás alguien diseñe y comercialice un spray con aroma a biblioteca, para usarlo con el papel digital o la portátil? Y con perfumes súper-exclusivos como el del Primer Folio de Shakespeare. Ja ja.

    Un abrazote

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