El libro es para muchos un tema romántico. Cada vez que digo que tengo una librería, que soy librera, no falta alguien en el auditorio que diga “Ay, ese es el negocio de mis sueños” o “Mi gran sueño es tener una librería”. A estas alturas ya me sonrío porque estoy más que conciente de todo lo que implica tener un negocio como este. En primer lugar emerge la imagen de una biblioteca con cómodos asientos, silencio, paz, alguna música, y el cobijo de altos anaqueles llenos de volúmenes y la figura del librero sabio conocedor de cada palabra que se ha pulicado y que aparece como una suerte de mentor de sus clientes. La idea de que como libreros debemos saber todo lo que nuestros clientes desean y sobre todo que debemos haber leído todos los libros de los que hablamos es una de las más falsas que existe. Desde que reabrimos Noctua, por ejemplo, mi tiempo de lectura efectiva a bajado considerablemente y me la paso lamentándome de no tener tiempo para leer todas las cosas que quisiera.
Pero para tratar de no dispersarme en reflexiones que me llevarán por otros derroteros, quisiera, antes de pasara a la noticia que quiero comentar, resaltar el hecho de que nuestra experiencia nos ha convencido de que el contexto en el cual está la librería marca de alguna manera su perfil, y que, al mismo tiempo -aunque parezca contradictorio- habrá clientes para todo. Los lectores marcan las compras y al mismo tiempo las libreías modelan a los lectores. Es un juego de interrelación muy interesante.
Uno de los grandes problemas que tenemos acá en Venezuela es el de la centralización, que se refleja en que la mayor parte de la población vive hacia los polos urbanos que se concentran hacia el norte de país. Caracas, evidentemente, es la ciudad que más pobladores concentra y en la que podemos encontrar la mayor cantidad de negocios y servicios. Las librerías no son una excepción, por lo cual mucha gente debe viajar a la capital para conseguir los volúmenes que necesita. Paulatinamente el panorama parece cambiar pero lo hace en aquellas ciudades principales y que tienen algún tipo de población universitaria, como Mérida.
Desde el punto de vista privado, algunas cadenas han abierto sucursales en el interior del país y sabemos de algunas, contadas, iniciativas individuales de libreros en un par de ciudades, sin embargo, el panorama sigue siendo desolador. lamento no tener números acá, sin embargo, es claro que uno de los grandes retos es lograr que exista un volumen de librerías que atienda toda la población lectora y potencialmente cliente.
Desde el estado, tenemos a Kuai-Mare [posteriormente transformadas en Librerías del Sur] que:
Es una Fundación del Estado que está orientada a la creación y mantenimiento de un amplio mercado para los libros venezolanos, latinoamericanos y caribeños. Esta labor se realiza a través de la promoción, difusión y comercialización mediante una red de librerías que se extiende a pasos rápidos por el territorio nacional.
Sin querer caer en el polémico tema de si sirve o no la red de librerías que ha tenido un crecimiento bastante acelerado en el último año, aparece un proyecto que es el de las librerías de bolsillo y que, al menos en la enunciación parece interesante. Acá lo que dice la noticia:
Caracas, 21 Oct. ABN.- El proyecto de Librerías de Bolsillo de la Fundación Kuaimare, que incluye a la comunidad organizada en la comercialización de textos a través pequeños puntos de venta, arrancará durante la II Feria del Libro de Venezuela Filven 2006 que inicia el 9 de noviembre próximo.
Las denominadas Librerías de Bolsillo se entregarán a cooperativas, consejos comunales y sociedad organizada en general para que administren estos espacios y con la finalidad de que ellos mismos puedan decidir cuál es el tipo de libro que necesitan para responder a las demandas de información de la localidad.
No tengo detalle acerca de cómo funcionarán exactamente, pero por una nota en el portal del Ministerio de la Cultura, parece que este año se instalarán al menos dos: una en Río caribe y otra en Trujillo y que serán instalaciones pequeñas, económicas, móviles.
La reflexión que me queda después de leer esto tiene que ver con quién crea la necesidad del libro y de la lectura. Es el tema de la oferta y de la demanda, que es casi como el tema del huevo y la gallina. Quién fue primero. Es poderoso tener claro que la librería responde a las necesidades de una población, pero al mismo tiempo, que la librería quiéralo o no es una suerte de institución formadora de sensibilidades, una guía de lecturas. Como idea, suena interesante, habrá que ver cómo se lleva adelante.
La fotografía es del usuario de Flickr Danielito311